El fraile dominico arequipeño, fue uno de los 339 vecinos que firmaron el acta de la independencia del Perú
A pocas horas de celebrarse el bicentenario de la Independencia del Perú, traemos a la mente la imagen del óleo pintado en lienzo de gran formato por el artista limeño Juan B. Lepiani.
La escena histórica presenta al general José de San Martín, sosteniendo la bandera nacional en el balcón del Cabildo de Lima. Los personajes están presentados de espaldas al espectador, salvo uno que directamente mira a este. Se trata del autor de la pintura.
A excepción de la imagen del libertador, que por su actitud y ser el centro de este cuadro icónico lo reconocemos, solo se puede identificar a otro personaje, un fraile dominico. Su ubicación destacada hace pensar que debió ser el Provincial de dicha orden ese 28 de julio de 1821.
En ese caso, se trata de un fraile arequipeño que se formó en el convento de San Pablo de los Predicadores de Arequipa y, como patriota sufrió persecución por sus ideas y es Benemérito de la Patria.
FRAY CAVERO. El padre maestro fray Gerónimo Cavero, fue uno de los 339 vecinos de Lima que el 15 de julio de 1821 firmaron el acta donde se señaló: “Que la voluntad general está decidida por la independencia del Perú de la dominación española y de cualquiera otra extranjera y que para que se proceda a la sanción por medio del correspondiente juramento…”.
Entre los firmantes, junto al fray Gerónimo Cavero figuran otros cinco nativos de la Intendencia de Arequipa: Javier de Luna Pizarro, Mariano José de Arce, Nicolás de Araníbar, Hipólito Unanue y Manuel Tudela. La intendencia de Arequipa en esa época la conformaban además de los hoy departamentos de Arequipa, Moquegua y Tacna, Arica y Tarapacá.
En ese acto, como maestro en Teología y catedrático de la universidad, fray Gerónimo Cavero, declaró al pueblo que no era herejía ni cosa parecida la libertad política del Perú y que antes bien era un sagrado deber de todo peruano trabajar con ahínco para que la patria no fuese dominada por extranjeros.
AMENAZADO Y PERSEGUIDO. Durante 16 años fray Gerónimo Cavero, tuvo una vida azarosa, en consonancia con los momentos que se vivían, entre la fidelidad a España y la lucha por la independencia patria.
De gran autoridad, acendrada piedad y ejemplar conducta fue tentado y odiado por los enemigos de la independencia patria.
Viviendo en la diócesis del Cusco en la época del levantamiento de Charcas y Buenos Aires (1809), fue nombrado vicario general de los ejércitos reales que comandaba José Manuel de Goyeneche y en tales circunstancias durante cuatro años prestó el auxilio religioso a los combatientes sin distinción de ninguna clase.
Tras esa experiencia castrense en los campos de batalla fue nombrado párroco de la doctrina de Yanahuara hasta 1819. A principios del año siguiente asumió el cargo de Provincial de la provincia dominicana de San Juan Bautista, creado así por el general de la Orden Raymundo Guerrero el 23 de diciembre de 1818.
Siendo Provincial de los dominicos estuvo presente en el cabildo en el cual se firmó el acta por la independencia del Perú, defendiendo con su verbo la causa libertaria. También estuvo presente en el mismo tabladillo desde donde José de San Martín proclamó la independencia.
Durante su provincialato, de su peculio sostuvo el mantenimiento de nueve oficiales de las tropas libertadoras alojados en el convento capitalino de Santo Domingo y su sueldo de catedrático de la Universidad de San Marcos lo puso a disposición del Estado para incrementar los fondos empleados en la liberación del país.
En el Consejo Provincial de su comunidad, el 13 de abril de 1822, abogó para que la comunidad dominica diera la plata labrada de la iglesia de Santo Domingo para sostener la causa patria “y no entregarla a la rapacidad de Canterac”.
El 1 de abril de 1822 fue depuesto de su cargo de Provincial por el deán del Cabildo Metropolitano, Francisco Javier de Echague, so pretexto que sus patentes como superior fueron dadas por un general de la orden española. El Gobierno de la República reparó la injusticia en agosto de 1823.
Estando Lima ocupada por las tropas realistas en 1824, se encontró cara a cara con el cruel general Juan Ramírez quien con espada desenvainada amenazó a fray Gerónimo Cavero diciéndole: “Sé de la conducta de Ud., sé que está manteniendo algunos frailes con el pretexto de capellanes de Charcas, para que den noticias a las montoneras. Si no me da Ud. parte, en el día, indagando quienes son estos, lo pongo a Ud. en los infiernos porque estoy muy informado de la conducta infame de Ud.”
BENEMÉRITO. Enfermo como estaba y desalojado de su convento se alojó en el Santuario de Santa Rosa, afirmando a sus conventuales: “Yo me sacrificaré por todos los religioso que trabajan por la patria. El mutismo absoluto será mi ley… España no es la Iglesia Católica… Los americanos con España o sin España nos salvaremos siendo buenos cristianos…”
Su amor patrio no decayó ni se rindió ni a las amenazas ni a los halagos. José Manuel de Goyeneche, en nombre del rey, le ofreció un obispado pero este fraile arequipeño prefirió la libertad de la patria a la mitra.
El Tribunal de la Junta de Purificación que examinó el comportamiento de los ciudadanos, lo declaró Benemérito de la Patria. Poco después de este suceso fue nombrado nuevamente párroco de Yanahuara. Ya anciano, en 1847, falleció en su tierra natal.