Peruarbo avanza

Los vecinos de la asociación no esperaron a las autoridades para elaborar sus proyectos de agua y otros servicios básicos para vivir



Isabel Álvarez
redaccion@diario-viral.com

El cambio del ámbar al rojo detiene la fila de buses, combis y camiones de ambos lados de la vía a Yura, que entran y salen de la ciudad, y dejan ver a un costado del ingreso a Enrique Anco dando los últimos retoques del calzado que ya vinieron a recoger. Al otro extremo, los mototaxistas esperan algún vecino que esté de regreso a casa o algún visitante que esté de paso por el lugar.

Al promediar las nueve de la mañana, la tierra permanece húmeda y como el tren no anuncia su llegada, tenemos el camino libre para cruzar una avenida sin asfaltar que abre paso a la Asociación Urbanizadora Perú Argentina Bolivia (Peruarbo), entonces aparece otra cara.

Si bien algunas de sus calles todavía conservan las huellas que dejaron las aguas pluviales del último verano o quizás del anterior, las casas de concreto y más adelante, el nuevo rostro de la avenida 6 dan cuenta de una miniciudad en medio del Cono Norte.

NACIONES. Detrás de este desarrollo están los miles de pobladores que con esfuerzo y perseverancia lograron transformar los terrenos baldíos de hace más de 40 años.

En realidad, cuenta la historia que dejaron los antiguos socios, que esta asociación nació en una de aquellas noches de folclor en algún sector de Cayma, donde tres bohemios –un peruano, un argentino y un boliviano- se toparon con un especialista en viviendas, quien los motivó a iniciar un proyecto habitacional.

En aquellos años, entre 1978 y 1979, se debatía si Arequipa sería sede oficial del Tribunal Constitucional, la propuesta no prosperó y el país vivía un segundo golpe de estado, gobernado por Francisco Morales Bermúdez.

Aunque ello no interfirió con los planes de los tres amigos, aceptaron la propuesta de aquel hombre y decidieron solicitar al Ministerio de Vivienda terrenos para desarrollar un proyecto de vivienda y consiguieron el visto bueno. Cuenta la historia que los terrenos de Peruarbo llegaban hasta lo que ahora es el Parque Industrial de Río Seco.

Ahora está en marcha la construcción de un puente que los conecte.

POBLAMIENTO. Para entonces todo era un descampado, se sabe que hubo unos 50 socios, pero que desistieron de quedarse a poblar el lugar porque ni siquiera había transporte, las unidades del servicio público urbano solo llegaban hasta Zamácola.

Peruarbo está en la margen izquierda de la carretera y la entrada está a unos 100 metros del puente Añashuayco.

Se sabe que la primera directiva encabezada por Telésforo Salas estableció todos los lotes, después la segunda gestión se propuso poblar la asociación, sus directivos salieron a diferentes lugares como Juliaca para dar la buena nueva, había terrenos para quienes querían vivir en la Ciudad Blanca.

La gente comenzó a llegar en grupos, era 1981 o 1982, y los problemas empezaron aparecer, los mismos inconvenientes que se escuchan en algunas otras asociaciones de vivienda de la periferia de Arequipa. Los directivos entregaban un lote a más de una persona, hecho que fue denunciado ante las autoridades.

Lamentablemente el problema no terminó ahí, resulta que el dirigente –de alguna manera- disgregó el sector Argentina y lo vendió a un grupo de pobladores, que no les permitieron ingresar.

NUEVO COMIENZO. La siguiente directiva estuvo encabezada por Lucas Tejada que en sus dos periodos habilitó las diferentes vías de la asociación. De las dos gestiones siguientes no se tiene mucha información.

En sus idas y venidas a Arequipa –cuenta Alex Hualla, actual presidente de la asociación-, su padre le decía que se comprara un terreno cerca de Añashuayco y después de pensarlo, adquirió su lote en 2004, pero les fue difícil –junto a su familia- acostumbrarse a este nuevo ritmo de vida.

Dejó su trabajo que tenía y empezó un negocio nuevo, tratamiento de minerales traídos de Ayacucho, pero era complicado sin agua potable y sin luz y al lugar solo llegaban uno o dos carros.

Hasta que en una reunión social, se quejó que los obliguen a vivir en esas condiciones y sin ningún cambio.

Los vecinos acordaron conformar una comisión de fiscalización, donde se verificó que mensualmente ingresaban unos 100 mil soles y la mayor parte se iba en gastos administrativos y de representación; los vecinos querían que el dinero se reinvierta en algún proyecto.

EL CAMBIO. En 2006, Hualla gana las elecciones –tenía 27 años, recuerda- y junto a su equipo de trabajo iniciaron las gestiones para ejecutar tres proyectos en simultáneo.

Para entonces los pobladores solo contaban con piletas públicas, una o dos veces a la semana o quizás más recibían agua potable, debían hacer fila con sus baldes y otros recipientes para recibir y almacenar el líquido, la misma rutina venía desde el 2003, aproximadamente, recuerda una vecina.

Aunque muchos no le creían, la asociación contrató un especialista que elaborara un expediente técnico para la construcción de un reservorio, el mismo que fue presentado al segundo presidente del Gobierno Regional de Arequipa (GRA), Juan Manuel Guillén –en su primera gestión-, durante una reunión con dirigentes de diferentes poblados.

“Presenté el proyecto y le pedí que aprobara la construcción del reservorio y dijo, ‘tú eres nuevo, ¿no?’, sí le dije que era el nuevo presidente de Peruarbo y respondió ‘aprendan de ese muchacho’ y ordenó que trasladen 300 bolsas de cemento, casi lloro”, cuenta Hualla.

La gestión no terminó ahí, para concretar la ejecución del proyecto era necesario un convenio, el mismo que debía rubricarse en una plaza pública, los vecinos de la asociación llenaron la plaza San Francisco y en su aniversario 29, en setiembre del 2009, inauguraron el reservorio.

Al año siguiente, la instalación de las redes de agua potable se hizo realidad, inició en el sector Bolivia, obra a cargo del municipio de Cerro Colorado y unos dos meses después el GRA comenzó los trabajos en Perú. Ambos proyectos se ejecutaron por administración directa, donde más de la mitad de los obreros fueron vecinos de Peruarbo.

El desagüe estaba listo para el 2012.

Tres años después, se inauguró la planta de tratamiento de aguas residuales La Escalerilla en favor de más de 232 mil habitantes del Cono Norte; empero antes de ello, Hualla recuerda que los vecinos tuvieron que proteger los terrenos destinados para esa obra, puesto que había invasiones latentes.

El transporte también llegó en simultáneo, al promediar el 2018, los buses primero circulaban cada 10 minutos, después con el paso de los años, mejoró a cada 5 o 6 minutos, tenía una ruta que los llevaba hasta Miraflores. La situación cambió con el inicio del Sistema Integrado de Transporte (SIT).

Los carros empezaron a disminuir, hasta que los funcionarios de la comuna llegaron al lugar para reunirse con los pobladores, les prometieron unas 30 unidades hace un mes y medio, aproximadamente, pero ahora –advierten- solo pasan entre 4 o 5 vehículos. Llegaron a pedir la cancelación del contrato de concesión por no cubrir la ruta.

No obstante, Hualla indicó que ahora no exigen mucho porque recién el año pasado el GRA entregó la obra de la Av. 6 (inició en abril del 2018) y hace poco iniciaron los trabajos de las avenidas 3, 5 y 7.

Justamente sobre estas últimas vías, tuvieron problemas y retrasos debido a que el proyecto dejado por la gestión de Yamila Osorio tenía observaciones y la empresa a cargo era de Lima, fue difícil contactarla. Los vecinos tuvieron que contratar otro especialista, Óscar Pinto –señala el dirigente- para corregir los errores.

MARCHAS. Al iniciar su gestión, los socios también aportaron para realizar los estudios para la construcción de un centro de salud, el cual se ejecutó en dos etapas, la última buscaba que establecimiento suba de nivel para aumentar las horas de atención de 6 a 12 horas, empero todavía quedan algunos pendientes para que se haga realidad.

La segunda etapa culminó en 2018, estuvo a cargo del municipio distrital, que debe entregar la obra para que Salud disponga personal tal como establece un convenio tripartito entre la asociación, la comuna y la Gerencia Regional de Salud. Sin embargo, el tema se dilató bastante.

Están acostumbrados a las marchas –sostiene Hualla-, pero debido a la pandemia no pueden congregar a muchas personas.

Sin embargo, años anteriores sí tuvieron que hacerlo más de una vez para conseguir la atención de las autoridades. En 2010, realizaron un plantón en la sede del municipio cerreño para la construcción del parque y plaza cívica de Peruarbo, lo consiguieron, empero después ya no les querían construir más áreas verdes.

Así, los vecinos decidieron realizar otra medida de protesta y para ello llevaron un burro, en la segunda jornada fueron acompañados de una mula. Solo entonces sus reclamos fueron escuchados.

Los pobladores también consiguieron un estadio al que nombraron “Teófilo el Nene Cubillas”, quien llegó para su inauguración.

Años después, desde el 2017, los asociados a Peruarbo accedieron a las redes de gas natural, sin embargo las gestiones para obtener este servicio devienen del 2010 o 2011. 

Hualla recuerda que el entonces presidente del GRA, Juan Manuel Guillén, convocó a los dirigentes, en las que solo dos asistieron: él y el representante de Horacio Zeballos (Socabaya). Ambos aceptaron ser parte del proyecto piloto.

Peruarbo, con 2951 socios, es una de las pocas asociaciones que cuenta con la mayoría de los servicios básicos: agua, desagüe, luz, gas, colegios y una posta médica, gracias al esfuerzo e impulso de los pobladores, sin su iniciativa es probable que la inversión hubiese demorado en llegar.

Toda una vida en el calzado

Tenía 20 años cuando Enrique Anco Huayta empezó a trabajar en el rubro del calzado, su hermano mayor era zapatero y su maestro y ahora, después de más de medio siglo, sigue ejerciendo el oficio que le permitió salir adelante.
Anco Huayta vivía en Puno antes de mudarse al Cono Norte de Arequipa (hace aproximadamente 20 años), para vivir con sus hijos, y siempre trabajó independientemente, sin embargo, la edad ahora no le permite realizar todos los servicios de antes.
Es que, incluso solía confeccionar zapatos -recuerda Anco-, sin embargo, ahora ya no tiene la misma fuerza, por lo que solo cose el calzado a mano o a máquina, también coloca pegamento cuando lo requieren.
Desde hace 10 años, sale de casa a las nueve de la mañana e instala su máquina a un costado de la vía de ingreso a Peruarbo, al día repara entre 2 a 3 pares -de acuerdo a la demanda- y a las 3 de la tarde regresa a casa.


Lucha por su pueblo

Hace 20 años, Gladis Velásquez se vio obligada a dejar la vivienda donde vivía en Mariano Melgar y cuando llega a Peruarbo en busca de un terreno para iniciar una nueva vida con su familia todo era un desierto -recuerda- en el sector 2 de Bolivia solo había unas 4 casas. Aunque parecía imposible establecerse en el lugar, lo hicieron.
Levantaron  un pequeño cuarto de sillar, todos los días, debía caminar un largo trecho, hasta la carretera que va a Yura, con sus 2 hijos para llevarlos al colegio -en Mariano Melgar- y ellos a trabajar.
Debido a la lejanía, dejaron sus empleos y al no encontrar oportunidades laborales cercanas, su esposo dejó la docencia y empezó a realizar el servicio de taxi, oficio con el que sacó adelante a su familia.
Durante todos estos años, Gladis fue una de las impulsoras de los proyectos ejecutados en la asociación, sin embargo, no todo le fue bien. Resulta que después de instalarse en su lote, apareció un supuesto dueño, con quien llevaron un proceso judicial y ganó, debido a que en los documentos que presentó este tercero, se especificaba que si no tomaba posesión del terreno perdía la titularidad.
Lamentablemente, Gladis no llegó a registrar el predio y el exdueño lo vendió a otra persona, quien inició otro proceso y ahora su lote está en litigio; por lo que Gladis no puede acceder a los servicios básicos.

Emprendedores transportistas

Cuando uno está apurado y quiere visitar algún familiar o alguna amistad en Peruarbo es difícil encontrar un bus que te lleve directamente de cualquier punto de la ciudad, debes esperar hasta unos 30 minutos (a menos que con suerte coincida con el horario del vehículo), empero para evitarse las molestias, siempre hay una mototaxi en el paradero.

PERSEVERANTES. En 2014, Vicente Supo Mamani regresaba a Arequipa después de unos 10 años de vivir en Puno -era comerciante y siempre tenía que viajar-, entonces se junta con otros 3 vecinos, con quienes planea conformar una empresa de transportes de mototaxis; en aquella época había colectiveros -recuerda-, que se opusieron a ello.
Empero este grupo de emprendedores -en agosto ya eran 7- no solo tuvo que lidiar con ellos, también debió convencer a sus vecinos que este tipo de transporte era seguro y con el tiempo lo lograron.
Era agosto de ese año cuando iniciaron el proyecto, luego de constituir la empresa formalmente solicitaron los permisos en la municipalidad de Cerro Colorado y dos meses después obtuvieron la resolución que les autorizaba ofrecer el servicio.
Por los caminos de Peruarbo pasaron varias empresas, solo una se quedó, Perú Bus, que actualmente forma parte del SIT, pero no satisface la demanda.
Con el paso de los años, los socios accionistas de la empresa crecieron, ahora son 17, quienes ofrecen el servicio con 26 mototaxis; incluso otros vecinos crearon otra empresa.
Los mototaxistas no están exentos a la crisis generada por la pandemia de la Covid-19, la demanda disminuyó debido a las clases virtuales y el trabajo remoto.

LUCHADORA. Yolanda Bautista es una de las pocas mujeres que también ejerce el oficio, ya va casi 4 años manejando.
Decidió aprender a manejar para estar más tiempo con su hijo, es que, antes trabajaba en una empresa de costura, todos los días hacía largos viajes hasta el otro lado de la ciudad, a la avenida Jesús de Paucarpata, lo que le impedía estar más tiempo con su hijo y apoyarlo.
Intentó buscar un trabajo más cerca, pero no lo encontró, la única forma de poder manejar sus propios horarios era siendo independiente, con la mototaxi lo consiguió.
Yolanda es madre soltera y los pocos ingresos que logra obtener como transportista sostiene su hogar. 
“Yo no trabajo todo el día, salgo por horas porque tengo que estar con mi hijito y apoyarlo en el colegio”, señala.
Son más de 10 años que viven en Peruarbo, llegó al lugar por su hermana, y espera poder conseguir otro trabajo, debido a que hacer mototaxi es muy cansado, el sol puede llegar a ser muy sofocante; mientras tanto sabe que debe seguir adelante por su hijo.