Mártir Peruana camino a beata


Religiosa Agustina Robles "Aguchita" fue asesinada por SL y papa Francisco da luz verde.

La noticia de la matanza de 16 personas ocurrida la noche del domingo en el Vraem es criticada por todos los que aspiran a vivir en democracia. Como un luz de esperanza y mensaje de fe, horas antes el papa Francisco aprobó el 22 de mayo la beatificación de la religiosa peruana María Agustina Robles, “Aguchita”, asesinada por odio a la fe por el grupo terrorista Sendero Luminoso en 1990.

La hermana “Aguchita”, religiosa de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, nació el 13 de junio de 1920 en Coracora, en la región Ayacucho.

Era la mayor de 11 hermanos, tuvo una vida familiar marcada por la fe. Tras un acercamiento a la Congregación del Buen Pastor a los 18 años en Lima, discernió su vocación e hizo sus votos a los 25 años.

Su hermano César había discernido por el orden sacerdotal años atrás.

Desplegó su labor misionera durante muchos años en la zona de Barrios Altos, en el centro de Lima, al tiempo que llevaba una intensa vida contemplativa.

En las noches se ocupaba ordenando su trabajo y rezando. Entre sus intenciones llevaba siempre a los sacerdotes, para que sean siempre fieles a su vocación.

En las memorias recogidas por sus hermanas de la congregación, recuerdan que un sacerdote le decía “Aguchita, tú vives con un pie en el cielo”.

En 1987 se traslada a la localidad de La Florida, en la región Junín en la selva central del Perú. Eran tiempos de gran violencia generada en todo el país por el grupo terrorista Sendero Luminoso.

TERRITORIOS. La presencia de Sendero Luminoso era especialmente fuerte en la sierra peruana.

El Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso, una de las más sanguinarias organizaciones terroristas del siglo XX, comenzó su ola de violencia en 1980 y causó decenas de miles de muertes en todo el Perú.

No fue hasta 1992 que se logró la captura de su cabecilla Abimael Guzmán, que se hacía llamar “presidente Gonzalo”.

Desde entonces, el grupo terrorista ha perdido la mayor parte de su fuerza bélica y se ha retirado a la región del valle de los ríos Apurímac, Ene y Marañón (VRAEM), en el sur del Perú, vinculada ahora al narcotráfico.

Sendero Luminoso sostenía como ideología el “pensamiento Gonzalo”, que mezclaba el marxismo, el leninismo y el maoísmo.

Su lema era “Por el sendero luminoso de Mariátegui”, en referencia a José Carlos Mariátegui, escritor y militante comunista peruano.

Con frecuencia, miembros del grupo terrorista ingresaban a los pueblos y realizaban “juicios populares”, en los que sus miembros decidían qué habitantes debían ser asesinados sin defensa posible. Entre las acusaciones que realizaban figuraban organizar y ayudar a las mujeres de la localidad, ayudar a los pobres y tener diálogos con las comunidades indígenas.

Asesinada. Precisamente el 27 de septiembre de 1990, cuando “Aguchita” tenía 70 años, un grupo de Sendero Luminoso ingresó a La Florida y organizó una de estas jornadas de asesinatos.

En esa ocasión, la lista de los terroristas de Sendero Luminoso tenía seis nombres. Uno de ellos era el de la hermana Luisa. Al no encontrarla, le dijeron a “Aguchita” que ella tomaría su lugar.

La acusación fue hablar con los asháninkas, una comunidad nativa que rechazaba a Sendero Luminoso, y ayudar a los pobres de la localidad.

“Aguchita” trató de arrodillarse y rezar, pero sus piernas le flaquearon. Con cinco balazos, una joven integrante de Sendero Luminoso, de solo 17 años, la mató.

Apenas un año antes, durante un retiro espiritual, “Aguchita” le había escrito un profético mensaje a su superiora provincial, la hermana Delia.

“En cuanto a lo espiritual, estoy a punto de dar pasos gigantescos. Parece que estos serán los últimos días de mi vida”, expresó “Aguchita”.

“El tiempo vuela y tendré que aprovecharlo bien; de lo contrario, me presentaría en la eternidad con las manos vacías. El Señor es demasiado delicado”, dijo.

En el mensaje para su superiora, “Aguchita” dijo también: “Déjenme contarles acerca de un día en meditación cuando recordé el gran ‘sueño’ que tuve cuando descubrí mi vocación de hermana religiosa: era trabajar en la selva. Han pasado los años y me digo a mí misma que el Señor me ha traído aquí para complacerme en mi vejez, antes de morir, en fin, soy arcilla en sus manos ”.