Elecciones decisivas

Elecciones decisivas

Justiniano Apaza Ordoñez
Excongresista de la República

Han pasado más de 30 años y el paraíso que se ofertó con la dictadura de Fujimori es solo un infierno. La realidad ha llegado, ha tocado todas las puertas, y al compás del voto por el profesor Pedro Castillo, ha ingresado como un huaico, que va a ir moldeando el camino del futuro de nuestra patria.

Desde la dictadura de Fujimori los peruanos nos acostumbramos a un solo programa electoral, los matices se movían en torno a que grupo empresarial beneficiar y que tipo de inversión traerá prosperidad, desde luego, todos, sin excepción, eran promercado, que defienden las bases del modelo exitoso que ha traído crecimiento y que nos llevaría al bienestar. 

Entonces, uno se pregunta, ¿cómo un modelo exitoso puede crear millones de personas que quieren salirse de paraíso?  Solo hay una respuesta, el modelo funciona para los ricos y no para los pobres, el paraíso es para los empresarios y el infierno para el pueblo trabajador e informal. 

Ahora, a través de Keiko -la candidata de los ricos- nos dicen que el paraíso no era tal, y que más bien que requiere de cambios. Hoy juran y rejuran que si van a incluir a la mayoría de los peruanos en el paraíso. Sin embargo, reconocen que van a seguir defendiendo el modelo exitoso. Por fin, ¿es exitoso o nos mienten una vez más? 

Como no pueden con la verdad, solo les queda crear miedo. Si, miedo y más miedo hasta llegar al terror. Y gritan desesperados: ¡comunistas! y afirman que Pedro Castillo es terrorista y que destruirá al Perú, y dicen que nos van a convertir en Venezuela o Bolivia.

Con seguridad el Perú después de la primera vuelta es otro. Se mueven con desesperación los intereses del consenso. Casi al unisonó repiten que Pedro Castillo tiene que moderar su programa, que tiene que gobernar para todos los peruanos, que hay que dar gobernabilidad.

Hoy vivimos momentos históricos. Hoy, después de 200 años de fundada la República, los peruanos –los indios y los cholos- irrumpen con la fuerza de los votos para acabar con la república criolla.

Con esta oligarquía que nació con la independencia y que domina nuestra patria, con aquellos que hicieron fortunas con la corrupción, apropiándose de las tierras del pueblo, vendiendo nuestra riqueza y que quieren seguir con un Estado que proteja sus negocios, con una Constitución que legalice el robo y el saqueo, con un sistema legal que les permita la impunidad. Hoy esta oligarquía tiene miedo. Y eso es un gran cambio.

Con la autoridad moral suficiente de ser un dirigente sindical hago un llamado a los trabajadores para salir a defender la negociación colectiva, CAS nunca más, el derecho a la huelga, no a la suspensión perfecta de labores y los ceses colectivos, es hora de decir a la corrupción que los derechos laborales se respetan, por lo que se debe intensificar la práctica de un sindicalismo de clase, haciendo política; entendiendo que la política es una virtud de servir y no servirse, es decir tenemos que organizar al pueblo para hacer frente a la corrupción que lo ha sumido en la pobreza.