Ollas de la Esperanza: Escuela antes que olla

En el local que antes albergaba escolares de la zona, ahora  forman  filas para recibir comida. 



“Tocaron mi puerta pidiendo ayuda, porque no tenían qué comer. Yo les pregunté si en el comedor no les daban comida, y me decían que vendían muy caro”, recuerda Aurelia Rodríguez Verna, coordinadora de la olla común Mujeres Solidarias de Virgen de Chapi, ubicada en la parte alta de Cayma. 

Son cinco madres de familia que empezaron a atender a sus vecinos sin interés alguno desde el 8 de marzo -día en el que se conmemora la lucha de las mujeres por sus derechos-, y a inicios de año tuvieron que cerrar a raíz de las fuertes lluvias y a la falta de alimentos. Su jornada inicia a las 09:00 horas y termina a las 16:00 horas, preparan más de 100 raciones al día. 

El olor a leña puede sentirse hasta el templo Virgen de Chapi que está a menos de 50 metros del lugar. El fogón de la olla común se habilitó en el local social de los vecinos, el mismo que hasta hace 20 años era una escuelita, que llevaba el nombre de la asociación.

A un costado del local social hay dos cuartos que antes eran ocupados por los niños de la zona, ahora se guardan alimentos y una anciana los protege. 

REPARTO. Al mediodía, adultos mayores y madres de familia acompañados de sus hijos empiezan a formar cola para recibir el almuerzo del día. Atrás quedaron los gritos de emoción de los niños que jugaban fulbito en la pequeña canchita a la hora del recreo y salida de clases. Ahora miran de lejos recordando esos momentos, pues nunca imaginaron estar en una situación crítica a causa del nuevo coronavirus. 

Según el dirigente de la asociación, Julio Huayta Huamán, la olla común empezó atender a los vecinos desde mayo del año pasado, mes de confinamiento total por el virus. Indicó que la iniciativa nació porque el comedor popular del sector no atendió durante la cuarentena. “Ahora no pensamos cerrar, queremos atender mientras dure la pandemia”, acotó.

VOCACIÓN. Doña Timotea Mamani Huarca vive en la zona más de 30 años, su vocación de servicio con los demás lo lleva en la sangre. Para cocinar tuvo que gestionar ayuda con el sacerdote del lugar la donación de alimentos y ollas. 

La olla, donde hierve el agua con aceite y el ajo para preparar lentejas, tiene una cubierta como una mezcla de cemento,  parece una olla vieja, sin embargo, el barro pegado es una técnica para que no se tizne con el humo, explica la madre de familia. “Pedimos al gobernador (Elmer Cáceres) que nos apoye con ollas y cocinas, él nos prometió”, cuenta Mamani Huarca. 

En menos de 20 minutos, llegaron más de 10 personas, entre niños y madres. Hacen una fila india, se anotan y pagan S/ 2.00 por la comida, el comedor popular que está al frente cobra S/ 5.00. Doña Timotea primero sirve el arroz cuidadosamente y el guiso, un cucharón de cada uno es una ración, aumenta ensalada y de postre ensalada de frutas. “Son cuatro raciones, muchas gracias, está rico”, agradece un anciano. 

“A esta olla vienen de José Olaya, San Miguel, Enace y Buenos Aires, no les podemos negar la comida, eso no se hace”, remarca Mamani Huarca. 

En el distrito de Cayma hay 21 ollas comunes, el alcalde de Cayma, Jaime Chávez, informó que está a la espera del presupuesto para la adquisiciónde insumos.