Viringo, el perro del Perú

Las culturas preincas lo creían divino y ahora es galardonado en el mundo 

El perro es sin duda el mejor amigo del hombre. Nuestro compañero de cuatro patas nos acompañó a lo largo de la historia. El Viringo peruano, o también llamado perro peruano sin pelo, es un animal empleado principalmente de compañía del que se tiene vestigios desde la época preinca. 

CARACTERÍSTICAS. Lo más llamativo de esta raza es su carencia de pelo en el cuerpo y por eso su piel emana calor totalmente directo, siendo utilizado inclusive para fines médicos. Sin embargo, su calor corporal no es diferente a la de otras razas de perros. Las orejas en atención son erectas y en reposo se mantienen pegadas hacia atrás. También se destacan por la ausencia de premolares en su dentadura.

Su piel es lisa y ligeramente elástica con un color que podrá ser negro, gris, bronce, cobre y marrón oscuro en gradiente hasta el rubio claro; pero no siempre tendrán un color uniforme sino que pueden sufrir de despigmentación en algunas partes de su cuerpo. Existen tres tipos de tamaños entre machos y hembras donde los pequeños llegan a medir entre 25 a 40 centímetros (pesando de 4 a 8 kilogramos), los medianos de 41 a 50 centímetros (de 8 a 12 kilogramos) y los grandes de 51 a 65 centímetros (de 12 a 30 kilogramos). 

HISTORIA. Jorge Bedregal la Vera, historiador y docente principal de la Universidad Nacional de San Agustín, cuenta para Diario Viral que el perro fue parte fundamental para la evolución del hombre. La domesticación del antepasado del lobo por el ser humano significó un avance para la humanidad, ya que, podían criar otros tipos de animales ganaderos. En el Perú se tiene vestigios de distintas culturas preincas que usaban a los viringos para este fin, como Vicús, Mochica, Chancay con influencia Tiahuanacoide, Sicán y Chimú. 

En algunas culturas se cree que eran criados para el consumo, mientras que en otras, eran animales de compañía que inclusive brindaban cierto status a sus dueños. Además, se encontró evidencia que señala que no habrían sido utilizados para sacrificios, más bien, se esperaba hasta su muerte para ser enterrados. 

Evidencia de su domesticación se observa tanto en la iconografía hallada en murales y cerámicas, como en las tumbas de personajes de la élite como es el caso de la tumba del Viejo Señor de Sipán. El perro sin pelo era la mascota de los guerreros, gobernantes y sacerdotes de las culturas precolombinas en el Perú. Como tal, gozaba de muchos privilegios.

HERENCIA DIVINA. Para las culturas precolombinas, el viringo era de naturaleza divina. Un regalo de los dioses. Eran considerados mensajeros de los dioses y cumplían con un rol muy similar a sus contrapartes de Mesoamérica los Xoloitzcuintle, reconocido por su similitud al Viringo y por haber sido considerado en la película de Disney Pixar Coco.

DISCRIMINACIÓN. Los viringos estuvieron al borde de la extinción en el siglo XX. Tras la llegada de los españoles al antiguo Tahuantinsuyo, los conquistadores trajeron consigo su propia raza de perros, entre ellos los mastines, galgos, alanos, podencos y sabuesos; que eran utilizados para asesinar a los nativos en un ritual conocido el aperreamiento, cuenta Bedregal. Además, los cronistas europeos de esa época relatan que los suyos consumían a estos animales en tiempos de escasez, además de ser considerados “malignos” por su aspecto físico y mandados a erradicar. Con el paso del tiempo, los viringos eran rechazados por su aspecto físico a comparación de las razas europeas que llegaban a América. Hasta la década de los 80 se los veía viviendo en la basura y siendo violentados. 

RECONOCIMIENTO. El 12 de junio de 1995, la Federación Cinológica Internacional, con sede en Thuin, país de Bélgica, reconoció y registró al viringo peruano en su nomenclatura de razas con el número 310. El Congreso de la República del Perú, mediante el decreto ley número 27537 del 22 de octubre de 2001 incluyó a esta raza como Patrimonio de la Nación Peruana y la reconoció como una raza oriunda.

CUIDADOS. Por su carencia de pelo son sensibles a la temperatura, por eso es recomendable que en tiempos fríos se los abrigue y cuando estén bajo el sol aplicarles protector. Se recomienda bañarlos cada 15 días y quitar las legañas de sus ojos, para no dañar el globo ocular. La alimentación debe ser balanceada y hacer ejercicio mediante el juego.