Obviamente con un gobierno de izquierda quienes se preocupan más no son lo pobres, sino los grandes empresarios acostumbrados a prácticas mercantilistas y corruptas. Un izquierdista al frente del Ministerio de Economía es poco menos que el Apocalipsis. No han faltado quienes han saludado el gesto de Benavides de pagar su monumental deuda (que solita serviría para implementar políticas sociales de largo alcance). Pero, ¿qué tenemos que felicitar a Benavides? Ha sido un multimillonario que le ha debido al Estado durante años, se dedica a actividades extractivas con poco valor agregado y encima funge como líder y ejemplo de los empresarios peruanos. Ustedes creen que si ganaba las elecciones la “Señora K”, el magnate hubiese pagado su deuda.
Lo que la población debe tener muy claro es que el desarrollo de las naciones está íntimamente ligado a la recaudación de impuestos. Los países más desarrollados cobran impuestos sistemáticamente a todos sus empresarios y ciudadanos. Y en esos países el pago de impuestos es parte de su cultura ciudadana, civismo y amor a la patria. Los ciudadanos son conscientes que con los impuestos que pagan, el Estado tiene la fortaleza para ofrecer servicios públicos de calidad y atenuar la pobreza de los sectores menos favorecidos.
En nuestro país, el cobro y pago de impuestos brilla por la viveza criolla de la evasión y la irresponsabilidad. El ministro ha dicho que, por ejemplo, los peruanos que pagan impuesto a la renta son menos de la mitad, es decir, la mayoría vive conchudamente obteniendo recursos formales para su bienestar, pero no pagan impuestos. Claro, seguramente, quienes evaden los impuestos pensarán: “para qué pago si los gobiernos son corruptos, si los grandazos no pagan impuestos, inclusive se les exonera los tributos”. Y razón no les falta. Hay un tremendo desafío del gobierno y de la ciudadanía por estimular la cultura tributaria y formalizar las actividades económicas. Se requiere un cambio de conducta.