Gabinete diferente

 

Eland Vera

elandvera@gmail.com

Al parecer las secuelas de la polarización nos van a seguir acompañando. Y es que fue una confrontación inédita en la historia republicana. Dos mundos contrapuestos. No solo era la esfera de la política, eran estructuras culturales, socioeconómicas, ideológicas, territoriales y simbólicas. Nadie en su sano juicio desea que la polarización escale y nos lleve a confrontaciones estériles. Requerimos acciones concretas que resuelvan nuestras injusticias, y a la vez enfrentar las crisis sanitaria, laboral, económica y ética en las que seguimos empantanados. 
En medio de esas urgencias, la conformación del gabinete ministerial ha sido y sigue siendo un espacio de disputa. Los sectores opuestos al presidente Castillo, teniendo como punta de lanza a la prensa propagandista (no sólo limeña), buscan despedazar con goce los errores de Castillo. Se argumenta que los ministros son improvisados, sin trayectoria, profesionalmente mediocres. Y que el primer ministro Guido Bellido es misógino, homófobo, terrorista y sirviente de Vladimir Cerrón. 
Se trata de una encarnizada lucha política que tiene para largo, pues el esquema de la derecha es no dar tregua en el proceso de demolición de Castillo hasta alcanzar su vacancia y llamar a nuevas elecciones. Un izquierdista al mando del poder ejecutivo es una pesadilla terrorífica para nuestra élite mercantilista y sus sirvientes.
Volviendo al gabinete. Ciertamente ya no tenemos a los ministros de “lujo” egresados de las prestigiosas universidades privadas de Lima, con postgrado en el extranjero, funcionarios de organismos internacionales, con manejo fluido del inglés y dilatada experiencia en la alta gestión pública. Tenemos un ramillete de profesionales principalmente provincianos, formados en universidades públicas. Cholos emergentes en pocas palabras. 
Sinesio López ha acuñado el concepto “incursiones ciudadanas democratizadoras” para describir el proceso de ascenso y captura del poder de determinados sectores a lo largo de nuestra historia política. Es decir, las élites sufren momentos de crisis cuando nuevos actores incursionan y en la práctica democratizan el poder. Primero fueron las clases medias urbanas de Lima y del interior, luego los sectores bajos y así sucesivamente hasta que los indígenas hijos de sirvientes de los hacendados ocupen cargos de elección popular. Y eso es lo que está pasando, no solo es un asunto político, son actos de reivindicación sociocultural de un mundo que fue marginado.
No todo debe quedar en justa reivindicación, es urgente que elijamos a cholos emergentes, pero competentes técnica y políticamente. Sin desmerecer el espacio de profesionales capitalinos que dan la talla y demuestran compromiso con la causa de los más necesitados.