Pandemia, escuela y red de fibra óptica



Mildred Arriaga Velarde
mildredarriagavelarde@gmail.com

Learning poverty o pobreza en el aprendizaje, es decir, falta de capacidad para leer y entender un texto simple a la edad de 10 años, es el indicador que el Banco Mundial utiliza para medir la grave crisis y desigualdad que viven millones de niños. Antes que la pandemia obligara el cierre de las escuelas, nuestro país mostraba una desoladora realidad, el 56 por ciento de los estudiantes de esta edad no entendía lo que leía.

Aún no se puede medir el impacto de la pandemia en la educación, no obstante, se cree que esta alarmante cifra se incrementará en 11 puntos. La educación a distancia a través del programa Aprendo en Casa no ha funcionado ni en las zonas rurales ni en la periferia de las áreas urbanas.

La educación intercultural bilingüe también se ha visto afectada. En todos los casos, la falta o limitado acceso a los servicios públicos como la electricidad, internet, telefonía, radio y televisión han jugado en contra de la educación.

La pandemia  no solo trajo muerte, colapso sanitario, desempleo, crisis económica, sino que además acrecentó esta pobreza “la del aprendizaje”, la misma que se traduce en elevados niveles de deserción escolar y limitado aprendizaje. 

En su afán de reducir el impacto, el gobierno  ha dispuesto el retorno gradual a clases. Según el Minedu casi 3 mil escuelas de las zonas rurales, distribuidas en 14 regiones del país, están dictando clases semi presenciales. El retorno de los escolares es aún reducido, mientras tanto los maestros rurales no han sido inmunizados completamente contra el virus.

Un mejor escenario hubiéramos tenido si es que  la Red Dorsal  Nacional de Fibra Óptica  de más  13 mil kilómetros, tendida desde Tumbes hasta Tacna, estuviera  funcionando en su máxima capacidad. Desde el 2015 en que empezó a operar y  hasta la fecha, esta red solo está ocupada en un 3 por ciento, es decir; totalmente sub utilizada.

Este sistema diseñado para  conectar digitalmente  a las zonas rurales del país, debía llevar  a estas poblaciones vulnerables los servicios de telemedicina y  teleducación, de tanta necesidad en esta coyuntura de crisis sanitaria.

Ahora que se ha rescindido el contrato de concesión de la red, urge  que  se discuta un  nuevo modelo  que permita su máximo aprovechamiento y  garantice el  funcionamiento de los proyectos regionales de banda ancha para conectar a todo el país.