¿Es necesario cambio de Constitución?

Víctor Hugo Mendoza Pérez

Periodista

El presidente Pedro Castillo, el pasado 28 de julio, juramentó por una nueva Constitución Política del Perú, ratificando su propuesta en la campaña electoral y siguiendo los modelos de Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Cuba. También un día antes juramentaron con ese estribillo los congresistas de Perú Libre y Juntos por el Perú.

A todos los políticos de izquierda y muchos ciudadanos que profesan o simpatizan con esa corriente política los he escuchado o leído en las redes sociales y diarios, que desean cambiar la “Constitución fujimorista”, pero ninguno dijo “este capítulo o artículo de la Constitución debe modificarse por estos motivos…”.  Lo que me permite colegir que no han leído la Carta Magna de 1993 ni saben qué contiene y de cuántos artículos está compuesto.

La actual consta de 206 artículos, 26 capítulos y 16 disposiciones finales, ordenados en 6 títulos, así como de un preámbulo y una declaración. Fue redactada por un Congreso Constituyente Democrático elegido el 17 de junio de 1992 y compuesto 80 ciudadanos. Fue aprobado por el pueblo peruano mediante un referéndum en 1993.

Esta nueva Constitución no varió de la anterior, de 1979; incluso se conservó textualmente algunos artículos y en otros casos cambió la forma, pero no en el fondo. Sin embargo, sus pocas innovaciones fueron y son de gran importancia para el crecimiento y desarrollo del Perú. Por ejemplo está el capítulo económico, que permitió la apertura del país a la inversión privada, trayendo consigo capitales del extranjero consecuentemente la creación de nuevos puestos de trabajo, tecnología y sobre todo: incremento de la recaudación de impuestos, para que el Estado (gobiernos central, regional y local) tengan fondos para ejecutar obras. También hubo el boom inmobiliario, que aun se mantiene y es promotor de miles de puestos de trabajo en las grandes ciudades.

Otras bondades de esta constitución: se tuvo un gran crecimiento en el Producto Bruto Interno (PBI) de 12%; se bajó los niveles de pobreza del 52% a cerca del 34%; hay un gran crecimiento en la agricultura de productos de exportación generando miles de puestos de trabajo en la costa peruana. En turismo, hay un notable crecimiento, en 2019 llegaron 19 millones de turistas al Perú, generando trabajo para hoteles, líneas áreas, taxis, hospedajes, etc.

También se introdujo en la Carta Marga del 93: el referéndum o consulta popular; mayores facultades al Poder Ejecutivo; la no relección inmediata del presidente de la República; la unicameralidad; la creación de la Defensoría del Pueblo; se definió el rol del Estado en la economía, donde asume su actividad orientadora, promotora de la inversión y no hace un papel empresarial, sino excepcionalmente. 

Hay mucho más que destacar, y también hay falencias que se pueden modificar por mecanismos que la propia Constitución lo señala. Pero sigo sin entender ¿por qué queremos matar a la gallina de los huevos de oro? Solo tengo dos respuestas: 1.- Modificar el tiempo del mandato presidencial, para hacerlo indefinidamente como Venezuela, Nicaragua o Bolivia, con un sistema económico estatista y totalitario, con pérdida de las libertades. 2.- Mantener distraída a la población en discusiones del cambio de Constitución más referéndum, para ocultar la improvisación de este gobierno.

En nuestras manos está el futuro del Perú.