El 29.55% de hectáreas de andenes en Arequipa se perdió. Este sistema agrícola es importante para combatir el cambio climático
A pocos metros de los andenes conservados por Melina, hay otros completamente destruidos por el abandono de sus propietarios, ya no existen las graderías, solo rocas y vegetación que se resiste a morir en una tierra sin cuidados. En Socabaya, hay 27 800 metros cuadrados de andenes perdidos. El historiador en gestión del patrimonio, Gonzalo Gómez Zanabria, expone que los andenes en Arequipa fueron diseñados entre 200 a 600 años antes de la fundación española de 1540. En ese sector de Socabaya, se perdieron en una década.
La importancia de su conservación no solo es por el patrimonio, sino porque es herencia viva de varios siglos que en este momento ayudan a combatir el cambio climático, resalta Gómez Zanabria.
DESTRUCCIÓN. En la provincia de Arequipa existen 895 grupos de andenes en 22 de sus 29 distritos (741 en uso, 154 en abandono). En el inventario Andenes para la Vida, hecho este año por el Ministerio de Desarrollo Agrario, Agro Rural y el Centro Bartolomé de las Casas, se detalla que el área total de andenes de la Ciudad Blanca es de 7265,44 hectáreas. El 70,45% está en uso y el 29,55% en abandono.
La mayor cantidad de grupos de andenes (ver cuadro) se encuentra en el distrito de Chiguata que 1800,13 hectáreas, aunque el 32,88% está abandonado y el distrito con más andenes destruidos es Pocsi que perdió 1004,77 hectáreas.
El director de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Arequipa, Rodolfo Nicoli Segura, explica que los andenes son parte del patrimonio cultural, pero se destruyeron por dos razones: la naturaleza y la intervención del ser humano.
“El área cultural patrimonial tiene andenes en uso y en abandono, el andén que vive es gracias a su propietario que invierte en su mantenimiento, el otro caso ya no llega agua hasta el sector o porque no quiere invertir en su andén y el dueño opta por abandonarlo, también porque es más rentable urbanizar esa zona agrícola”, aseveró.
Recuperar el área afectada es costoso e intervenir propiedad privada es difícil. Nicoli narra su desconcierto de ver andenes de la cultura Churajón cercanos a Yarabamba que ya no existen porque el agua dejó de llegar a dicho sector.
“Como arquitecto veo la zona seca e imagino su temporada fértil, me pregunto por qué abandonaron esos andenes que tenían agricultura productiva, la respuesta es que se quedaron sin fuentes de agua que venían del subsuelo y de fuentes cercanas al Pichu Pichu que ya no existen. Cómo ayudamos a recuperar eso, es imposible”, relata.
El historiador Gonzalo Gómez Zanabria explica que algunos andenes se quedaron sin agua porque en zonas estratégicas la expansión desordenada urbanizadora ha destruido canales de regadío por donde se conducía agua para lugares accidentados.
El presidente del directorio del Instituto Municipal de Planeamiento (Impla), Michael Alfaro Gómez, indica que se debe cambiar de visión para conservar los andenes porque la mayoría son de propiedad privada y los dueños al ver su zona agrícola improductiva optan por abandonarla y a quienes cuidan el patrimonio prehispánico darles -como Estado- algún incentivo.
AMOR AL ANDÉN. En el año de 1994, Melina compró 3 topos de cultivo en el distrito de Socabaya, este sector está al frente de la urbanización La Campiña. Tiene a su cargo 10 479 metros cuadrados de andenes, lo que es un poco más de una hectárea. Ella y su hijo mayor se dedican al cultivo de alfalfa. Sus bancales prehispánicos tienen como límite el río Socabaya y hacia arriba terrenos eriazos. Es un oasis en una zona desértica y comienza a ser invadido por algunas viviendas. Estos andenes de Socabaya se ubican en un área aproximada de 50 hectáreas pertenecientes a 80 propietarios.
“Estos andenes son tan antiguos. A mí me los vendieron en 1994, el dueño tenía esa herencia de varias generaciones. Al costado de mis topos, decían, que los andenes pertenecían al Monasterio de Santa Catalina. Acá hay historia, belleza, vida, depende de nosotros que no se destruyan”, relata.
Los andenes donde Melina produce alfalfa sufren quiebres (se hacen grietas en los muros pircados con piedras y deben ser reparados). Para refaccionarlos solo puede contar con obreros que sepan de esta labor.
“Hay pocos hombres de campo que saben cómo rellenar con cuidado cada gradería para evitar erosiones, filtraciones de agua y mantener todo eso que hacían nuestros antepasados. Me cobran 90 soles por día de reparación y demoran al menos cuatro días en cerrar los quiebres, no quiero que se derrumben mis andenes. Todo esto cuesta, pero la inversión vale la pena”, indica.
El arquitecto Rodolfo Nicoli, indica que reparar la infraestructura es complicado, porque se debe colocar primero un relleno de tierra y piedras o cascajo, cuidar las zonas de distribución de agua para toda la pendiente de los andenes. Tal vez algunos puedan reparar, pero no hay especialistas actuales que puedan construir de cero un andén, si lo intentan “seguro que no duraría ni un mes”.
CAMBIO CLIMÁTICO. Nicoli señala que es necesario comenzar a investigar y volver a impulsar la construcción de andenes porque este sistema puede combatir el cambio climático ya que el diseño ayuda a mejor el microclima al evitar el calentamiento e incrementar la humedad. Además, los muros de piedra permiten absorber el calor del día e irradiarlo durante la noche y de esa manera también se enfrentan las heladas.
El historiador Gonzalo Gómez también está convencido que los andenes pueden enfrentarse al cambio climático.
“Somos una sociedad desértica que podríamos mejorar algunos andenes para reducir la sensación de calor con áreas verdes que además produzcan alimentos. También es una forma de captar agua en sectores donde aún hay canales de regadío que fueron invadidos por urbanizaciones que obstaculizaron el paso del agua a los cultivos”, indicó.
SOLUCIÓN. Lo inmediato para Gómez es hacer un inventario, también un catastro, definir si las tierras tienen dueños, la condición de cada grupo de andenes y si aún en ese sector es rentable para el agro o buscar nuevas opciones con seguimiento de la Gerencia Regional de Agricultura.
El presidente del directorio del Impla, Michael Alfaro, indica que falta un cambio de visión para saber si se pueden conservar los andenes y aquellos destruidos darle una utilidad como el agroturismo.
“En estos momentos se sataniza dar otras actividades que no solo sean agrícolas por miedo a la expansión urbana, que actualmente podemos frenar. Debemos preguntarnos para qué queremos mantener los andenes: por el patrimonio o por la agricultura. Pero, ¿es productivo para los propietarios mantener la zona agrícola?”, enfatiza.
Alfaro manifiesta que es momento de conservar los andenes prehispánicos tal vez generando un proyecto sustentable, puede ser una actividad turística instalada en la zona destruida y levantar un hotel o un restaurante y de los ingresos contribuir al mantenimiento de los andenes en buen estado que representan más del 75% en la provincia.
El alcalde distrital de Socabaya, Wuilber Mendoza Aparicio, ya tiene una solución casi inmediata para ayudar a mantener algunos andenes de su distrito. Se debe habilitar un Parque Ecológico de las Peñas donde un área de 4 hectáreas se reforestará con árboles frutales y oriundos como el molle.
“El parque estará al frente del Centro Arqueológico Pillu donde creemos nació la cultura Churajón en Socabaya, en ese centro hay 95 hectáreas de andenes, campiña y restos. Ya tenemos el expediente técnico listo para trabajar mediante el sistema obras por impuesto, tendrá una inversión de 11 millones de soles y esperamos iniciarlo en el último trimestre del año”, contó.
La propuesta contempla hacer un centro de aprendizaje para sensibilizar sobre el cambio climático y capacitar a escolares, profesionales y toda la población. La autoridad edil espera contar con el apoyo de empresa privada y universidades. Es un paso en el recorrido de proteger andenes que pueden ayudar a combatir el cambio climático.