Para ser un profesional de la belleza hay que ser cuidadosos, detallistas, curiosos y muy creativos, las mismas características con las que definimos a Ynés Yoselin Zegarra Sacsi. Ella se dedica hace más de 10 años a este rubro, pero desde el 2015 maneja su propio “spa”, le costó sangre, sudor y lágrimas porque desde niña aprendió lo dura que es la vida y que nada se consigue sin esfuerzo.
¿Desde cuándo vives en Arequipa? Desde los 10 años. No crecí con mis papás, ellos estaban muy alejados de todos, incluso hasta el día de hoy.
¿Cómo llegaste? Me trajo la hermana en donde mi mamá lavaba la ropa, entonces ella necesitaba alguien que le ayude con labores de la casa, no era feliz, estaba triste, pero fui amoldándome, al principio quería salirme porque había maltrato.
¿Qué hacías? Lavar ropa, cocinar, limpiar, las labores de la casa y no tenía un pago, pero me conformaba con que me dé comida.
¿Recuerdas momentos felices de tu niñez? No, porque no tenía a mis papás junto a mí. También sentí que mi mamá quería deshacerse de mí porque tenía muchos hijitos y no entendía ello. Siempre me preguntaba por qué pasó eso, por qué no me quedé con mis papás, pero son circunstancias de la vida que cada persona vive y me tocó.
Ynés llama madrina a la persona que la trajó desde Majes para ayudar en la casa. ¿Consideras bastante a tu madrina? Sí, pero ella me trajo a ayudar a una casa desde los 10 años, sentí que debía pagarme. No me trataba como una hija o al menos que me saque a pasear. De mí salió para estudiar y terminar mi formación secundaria.
¿Te costó terminar el colegio? Sí, terminé a los 19 años porque repetí y lo que estudié allá (Majes) no me ayudó. Por eso a veces quiero justificarla -madrina-, pero no puedo, no estaba mi madre ahí, pero como dicen “a nada”. Terminé en un Pronoe... dice al borde de las lágrimas.
¿Cómo nace la idea de formar tu propio spa? Bueno, por un amigo a quien estimo mucho, él me ánimo para independizarme y emprender este negocio, y fue lo mejor para mí, eso ocurrió en el 2012. Él me ayudó económica y moralmente y hasta hoy me ayuda y le agradezco mucho.
¿Por qué decidiste dedicarte a este rubro? Porque siempre me gustó el mundo de la belleza y glamour, es algo que me nació, me gusta verme bien y eso me pasa desde niña.
¿Recuerdas tu primer trabajo? Sí, trabajé en un sauna de la avenida Dolores, pero la dueña no sabía nada de belleza. Estuve trabajando un año, luego me salí porque no aprendí nada, sentí que me estanqué, además que era un trabajo muy sacrificado porque salía a las 11 de la noche.
¿En qué centro de labores duraste más tiempo? En un spa que queda por la Av. Hartley, ahí estuve tres años, toda la experiencia que tengo lo aprendí ahí.
¿Cómo te fue al inicio con tu propio spa? Fue duro porque me robaron, estafaron. Por ejemplo, una vez, vino una cliente que se hizo hacer un tratamiento en el cabello, su cuenta salía más de S/ 150. Ella entró con una caja de regalo, lo dejó en el suelo, salió un rato porque hablaba por teléfono, pero no regresó, cuando abrí esa caja había piedras.
¿Cuáles fueron tus momentos más felices? Cuando inauguré mi spa, estuve muy feliz.
¿Cómo te diferencias de los demás centros de belleza? Por el buen trato a los clientes, porque hago que se sientan cómodos y que se vayan contentos.
¿Cuáles son tus metas? Ampliar mi “spa” y que esté a la altura de otros grandes centros de belleza.
La especialista en belleza señala que sus momentos más difíciles en su vida profesional fueron cuando inició su emprendimiento, pues solo obtenía ganancias para pagar el alquiler. Contó que durante la pandemia trabajó a domicilio y a puerta cerrada. No cabe duda que “Yosy” le costó salir adelante en una ciudad que al principio fue desconocida para ella.