El 13 de junio de 1747 se fundó el Monasterio de Santa Rosa de Santa María de Arequipa
El 12 de junio de 1747 durante la mañana, el obispo de Rivero acudió al monasterio de Santa Catalina para retirar a cuatro monjas, quienes serían las fundadoras: Sor Ignacia de la Cruz y Barreda, priora de Santa Catalina, acompañada por sor Juana de San Pascual Baylón y Pacheco, sor Bernardina del Espíritu Santo y Moscoso y sor Ignacia de Santa Teresa y Barreda. El obispo junto a ellas fue en procesión a la Catedral, a Santo Domingo y luego al Monasterio de Santa Teresa donde pasaron la noche. Al día siguiente salieron rumbo a Santa Marta, igualmente en procesión llevando bajo al Santísimo Sacramento, luego entraron al nuevo monasterio dedicado a la primera flor de santidad del continente americano Santa Rosa de Santa María.
Al ingresar las monjas fundadoras, el obispo cerró las puertas siendo 13 de junio de 1747 y así se fundó el monasterio. Según, señalan los historiadores, esta casa de religiosas debió fundarse en Moquegua, pero por la poca población se decidió que se funde en Arequipa.
El claustro principal es de grandes dimensiones y cuenta con una segunda planta de arquería única en los monasterios y conventos de Arequipa. El templo está rodeado por un alto muro de sillar y hace poco tiempo se ha reconstruido su destrozada torre. Su joya más importante es una espléndida custodia mayor, que se exhibe en el templo durante las grandes solemnidades, es un hermoso ejemplar enriquecido con esmeraldas, brillantes y rubíes, cuyo eje es un fino trabajo de orfebrería del siglo XVII. Cuenta con un altar lateral repujado en plata dedicado a San José, un bello relicario que contiene una reliquia de primer grado que es una cabeza de fémur de Santa Rosa de Lima.
Es el monasterio menos conocido de la ciudad y se encuentra en las esquinas de la calle San Pedro con pasaje Santa Rosa en pleno Centro Histórico, el templo tuvo varias refacciones por los terremotos ocurridos en Arequipa.
DETALLE. Existe mucha devoción a varias monjas, por ejemplo la reverenda madre Sor Juana de Córdova, de quien se conserva su corazón que emana un aceite con aroma a rosas.