Sazón de esquina

Justina Calla Huarzaya y sus dos hijos llevan siete años ofreciendo sánguches que son los preferidos de Uchumayo 


Jhoanh Guzmán Olaechea

redaccion@diario-viral.com


La familia Quispe Calla se vio afectada duramente por la pandemia y tuvo que reinventar el negocio que por cuatro años habían construido. La venta de sánguches y desayunos. Justina Manuela Calla Huarzaya conquistó a la población de Uchumayo con su buena sazón al momento de preparar los platos tradicionales y los desayunos. El negocio salió adelante gracias al apoyo de sus dos hijos: Diego y Ruby que desde su etapa escolar apoyan en la elaboración de los sánguches y los platos.  

¿Desde cuándo se dedican a la venta de comidas? El rubro de los sánguches empezó desde el 2014 después de culminar algunos trabajos para la minera Cerro Verde. Hubo una asociación con una amiga del barrio y comenzamos a vender los sánguches en la carretera de Cerro Verde antigua Panamericana. Pero luego nos separamos y mudamos en 2015 aquí (esquina del polideportivo de Cerro Verde plaza principal) sobre todo por la demanda en la zona. Con la venta de comidas empezamos el año pasado a comienzos de julio del año pasado, pero no era venta directa, era más que todo profondos. Se daba solo los sábados y domingos. Al inicio solo eran polladas, pero las ventas bajaron y decidimos probar suerte con los triples arequipeños y nos fue mejor hasta el momento. 

Tengo entendido que con el dinero juntado lograron comprar el carrito sanguchero que tienen ahora. Sí, el carrito lo compramos por la demanda de la pandemia. El año pasado no teníamos el trabajo de la venta de sánguches y solicitamos el permiso respectivo a la Municipalidad de Uchumayo. Ellos nos pidieron pruebas covid negativo y el carrito para preparar los sánguches. Entonces, aprovechando que hay carritos que incluyen cocina decidimos comprar uno. 

Al inicio de la pandemia, ¿cómo lo vivieron? Nos afectó muy fuerte porque teníamos deudas que pagar. Cuando inició nos agarró muy feo, porque el día siguiente de declararse la primera cuarentena, la que dictó Vizcarra, nosotros no sabíamos y salimos a vender normal. Luego vino serenazgo y la policía y nos dijeron que guardáramos todos, a nosotros y a una vecina que vendía frente a nosotros. Ese día perdimos toda la mercadería. Teníamos unos ahorros con los que pudimos salir adelante por unos meses. Ya luego la universidad de Diego (Unsa) le entregó una canasta con productos básicos y eso nos ayudó bastante.  

¿Cómo decidieron llevar el negocio como familia? Al principio, con la venta de sánguches todos apoyábamos por necesidad, porque en ese momento se veía poco rentable. Diego y Ruby estaban en el colegio, y ya para 2015 empezamos todos a meter la mano en el negocio porque se veía más rentable y con la ayuda de algunos familiares pudimos seguir creciendo. Respecto a la venta de comida, se dio en un principio porque un familiar nuestro se enfermó con el coronavirus y necesitamos sacar fondos de donde sea. Ya al ver que a la gente le agradó el sabor de las comidas decidimos continuarla de largo. 

¿Cómo decidieron proyectar el negocio? De hecho tenemos planeado poner un restaurante. Ahora estamos viendo cómo habilitar nuestra casa para poner el local. Ampliaremos el espacio que tenemos y construiremos lo que falta. Este año será el último que nos ayudará Diego, por sus estudios, y el negocio quedará a cargo de nosotras (Justina y su hija Ruby) y los familiares que nos apoyan, ya que por el momento solo atendemos vía delivery.

Con respecto a los estudios, ¿qué inconvenientes les trajo la pandemia? Ruby tuvo que ver truncado el comienzo de sus estudios, el año pasado iba a ingresar a estudiar gastronomía. A ella también le encanta. Estuvimos averiguando los precios en los institutos pero son elevados el precio de las pensiones. Estaba planeado que comience a estudiar el año pasado pero nuestro familiar se puso mal (el abuelito José Calla) y tuvimos que dejarlo ahí. Felizmente se recuperó y ahora estamos nuevamente juntando el dinero. Ahora estamos averiguando el  inicio de las clases para que pueda iniciar su carrera.

Entonces se trata de una familia culinaria… Sí prácticamente sí. 

¿De dónde surge este amor familiar por la cocina? Desde pequeña he sentido ese amor por la cocina, y ese amor lo heredó Ruby.  Ya para finalizar quiero agradecer a la gente de Uchumayo por la preferencia de nuestros platos. Estamos mejorando en muchas cosas como por ejemplo en el tiempo de entrega y la movilidad. Transcurrido este año si o si se viene el aniversario del primer año de nuestro negocio de venta de comidas que lo festejaremos inaugurando el local del restaurante y con muchos sorteos.