Estudiantes caminan durante horas para encontrar la señal de su radio o celular. Esto se convierte en el principal desafío de los alumnos que viven en zonas rurales de la región Arequipa.
Muchos estudiantes en diferentes partes del Perú, reclaman a sus padres un buen dispositivo electrónico ya sea laptop, celular o tablet, sumado a un servicio de internet que esté a la altura de las exigencias que piden los docentes para que el alumno desarrolle de manera eficaz sus clases virtuales. No obstante, hay otro sector de la población que no conoce de estos beneficios y día a día lucha para continuar con esta modalidad educativa que llegó con la pandemia.
A continuación les presentamos algunas historias de estudiantes que no se amilanan en su deseo de salir adelante, pese a las carencias y dificultades en las que viven.
TOLCONI. Blanca Flor Llallacachi Layme, una adolescente de 14 años. Ella estudia en el Centro Rural de Formación de Alternancia (CRFA) “Allin Yachaywasi” situado en el centro poblado de Tolconi del distrito de Chachas, provincia de Castilla, institución que desde el 15 de marzo del 2020 cerró sus puertas a los alumnos debido a la llegada de la Covid-19 al Perú.
Esta situación no detuvo a Blanca y a su menor hermana Kelly, ellas querían seguir en sus estudios a través del programa del Estado “Aprendo en Casa”, pero la falta de conectividad, señal de radio y televisión era la principal barrera con la que tenían que luchar.
“Recuerdo que con mi hermanita nos levantábamos muy temprano, mi mamá nos preparaba nuestra ‘janqa’ (palabra quechua que refiere a un alimento a base de maíz y queso) y con nuestro fiambre en la mochila, caminabámos al cerro más cercano para agarrar señal y escuchar nuestras clases virtuales”, manifestó.
La brecha digital fue sin duda el principal problema para que decenas de niños de dicho anexo no cuenten con los estándares mínimos de conectividad.
“Teníamos que ir al cerro Q’anarana Huaico (ubicado a media hora de su localidad), allí llegaba el internet con una conectividad muy baja, pero suficiente para desarrollar las clases. No obstante, si querías una mejor señal de internet, necesitabas caminar cerca de tres horas, para llegar a un anexo más poblado”, contó Blanca a Viral.
Estas actividades que relata la menor, son compartidas por cientos de niños en diferentes partes rurales de la región. Sin embargo, hay un refrán que caería muy bien en esta historia “Todo esfuerzo tiene su recompensa” y eso lo sabe muy bien Blanca Flor.
“Estoy muy feliz porque a pesar de las barreras que trajo este virus, continué en mis estudios. En mi caso escuché la convocatoria para postular al Colegio de Alto Rendimiento (COAR) y gracias a Dios ingresé en el primer puesto. Muchas autoridades, incluso el gobernador de Arequipa, Elmer Cáceres, me felicitaron por el logro obtenido”, sostuvo.
La primera autoridad regional le entregó una laptop y un diccionario para que estudie de manera adecuada, tras destacar entre 14 250 escolares que concursaron por 2685 becas a nivel nacional, logrando el máximo puntaje en el COAR Arequipa.
POLOBAYA. En una campaña social de la empresa de Telecomunicaciones Jemaryz, se supo de la historia de Dilbert, un niño de 11 años que vive en una zona alejada de Polobaya.
El menor, quien se levantaba a tempranas horas de la mañana y con el frío en el punto más alto, sale de su casa a pastear el ganado de su familia, quien a su vez es la principal fuente de ingresos económicos; luego, regresa a su hogar a tomar su desayuno y alistar los cuadernos en su mochila para desarrollar sus clases virtuales.
El menor agarra el celular de su papá (único dispositivo móvil que tienen en casa) y enrumba una caminata hacia el cerro más cercano de su anexo, donde la señal de internet llega a duras penas, se sienta en una roca o en ramas de ichu fresco con sus cuadernos en la rodillo y espera el horario de inicio de clases.
“Hay veces que se va el internet de la nada y no puedo enviar mi asistencia, la profesora me reclama por eso. Tenía que seguir la señal, un rato me sentaba en un lado y al otro rato iba a otro lado”, manifestó.
No obstante, en un loable accionar de la empresa Jemaryz, encargada de recorrer las zonas alejadas de Moquegua y Arequipa, colocando antenas de telecomunicación en los lugares más inhóspitos de las regiones, decidieron brindarle un servicio inalámbrico anual gratuito al pequeño, para que su lucha en busca de una mejor educación no cese producto a la pandemia.
“Me gusta el colegio, aunque ahora es más difícil, pero igual tengo que sacar buenas notas”, mencionó Dilbert mientras ingresaba sorprendido al navegador de Google Chrome.
DETALLE. Según el censo educativo del Ministerio de Educación en Arequipa hay 383 711 estudiantes, de los cuales el 30 % se ubica en zonas rurales.