El cumpleaños de la Tierra

El cumpleaños de la Tierra

Milagros Tairó Medina

milagrostairomedina@gmail.com

El 22 de abril se recordó el Día de la Tierra. Nuestro planeta tiene 4543.9 millones de años desde su origen hasta nuestros días, según la última datación realizada por la Universidad de Cambridge, Estados Unidos, pero es en los últimos 200 años que la contaminación ambiental y el daño al planeta se ha acelerado a niveles nunca antes vistos, a partir de la revolución industrial, el uso del carbón y el petróleo como principal combustible para hacer andar las actividades humanas. 

La frase “lo que no fue en mi tiempo, no es mi cuento” no cabe cuando se trata del medio ambiente, pues los contaminantes se van acumulando y sus efectos son más fuertes con el paso de los años. Es por eso que, aunque aún no lo concienticemos, ahora vivimos con el calentamiento global que está alterando el clima, provocando más desastres naturales relacionados al agua y aire como tormentas, huaycos, inundaciones; la excesiva radiación solar por la reducción de la capa de ozono, la acumulación de basura en mares y territorios, el deterioro de las áreas verdes y el suelo y muchísimos otros más que no caben en un solo artículo.  

¿Qué tiene que  ver esto con nosotros? Mucho, pues somos parte de este gran ecosistema llamado Tierra. Somos un elemento más, el más inteligente, pero el más nocivo. Si el planeta está mal, nosotros vamos a estar mal, porque se deteriora nuestra calidad y espacio de vida y nuestra salud. La OMS ha confirmado y advertido ya del vínculo directo entre la contaminación y el aumento de enfermedades pulmonares, cardiacas, estomacales y a la piel, entre otras. El daño también es a la salud metal, pues eleva el estrés que a su vez genera ansiedad y depresión. No es todo, un reciente estudio de las escuelas de salud pública de las universidades de Emory y Columbia de Estados Unidos demuestran que una mayor exposición al material particulado (hollín) aumenta el riesgo de padecer de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o Parkinson. Ojo, el hollín es uno de los mayores contaminantes atmosféricos que hay en Arequipa.

Con todo esto es increíble que haya quienes niegan la existencia del cambio climático y lo atribuyen solo a un proceso natural y un invento que busca frenar el “desarrollo”. En contraparte están los movimientos ecologistas y las acciones que los Estados (no todos), los científicos y organismos internacionales están realizando para frenar la contaminación y que el desarrollo sea sostenible (un avance económico junto a lo social y ambiental). Esto no va a prosperar sin un compromiso de todos. Cada pequeña acción suma. Volver nuestros hábitos “verdes” no es moda, es necesidad y responsabilidad.