Protagonistas de elecciones: el hambre y miedo
Los procesos electorales en general y del Perú en particular, no son lo suficientemente racionales como deberían serlo, son más bien emocionales, basados en simpatías y características personales de los candidatos. De otro lado, el elector promedio no hace el menor esfuerzo por leer los planes de gobierno y se queda con frases, el slogan, la canción y en el mejor de los casos, los más informados, con dos o tres ideas fuerza.
En relación a las propuestas de los candidatos, no hay mayor diferencia en lo que quieren lograr: reducir la pobreza, generar empleo, vacunación, combatir la delincuencia y la corrupción; la diferencia está en la capacidad del candidato de generar confianza y credibilidad para lograrlo.
En un mundo ideal, “el cómo lograr los objetivos”, debería estar plasmado en los planes de gobierno, pero en la cínica realidad, estos son sumamente pobres y como casi nadie los lee, pasan a ser solo un requisito que exige el JNE para inscribir la plancha electoral. Al final, en nuestro país, el electo presidente no volverá a hablar de su plan, no lo volverá a leer y menos ejecutar.
Los ciudadanos no votan en medio de la ignorancia y el desconocimiento, el elector goza de instinto e intuición para reconocer al candidato que coinciden con sus intereses. Estas elecciones, a diferencia de las anteriores, la gente está preocupada por la falta de empleo y con menos ingresos; y muy asustada por el contagio de la Covid y la falta de vacunas, estos dos problemas serán centrales para conseguir los votos.
En esta ocasión, nos encontramos con un Estado que tiene las arcas fiscales vacías, fuerte caída en la recaudación de impuestos e incremento de la deuda pública por lo que no se puede esperar mucho del Gobierno, al margen de su ineficiencia burocrática y alta corrupción.
Ganará las elecciones el candidato que genere mayor confianza para crear empleo y mejorar ingresos, que solo se logra promoviendo y facilitando más y mejores inversiones (pequeñas, medianas, grandes, nacionales e internacionales) que generan empleos y más recaudación de impuesto, lo que servirá para que el Gobierno haga obras públicas, financiar programas sociales y amortizar la deuda externa sin aumento del déficit fiscal (más gastos que ingresos) y el crecimiento de la inflación y sus terribles efectos en la economía popular.
Lo señalado dejará de lado otros aspectos, que siendo importantes, no son tan urgentes en medio de esta crisis como: estar a favor o no de la vida y la defensa de la familia, en contra o no de la ideología de género, el matrimonio homosexual. Cuando el estómago cruje de hambre, estos temas esperan mejores momentos para ser abordados.