Ollas de la esperanza: Fortaleza ante la adversidad

Pobladores de Pallpata (Espinar) llegaron a Arequipa para buscar un mejor futuro, ahora se unen para salir de esta crisis de la pandemia.



Cayma. Presurosas empiezan a pasar a vaciar la olla, el arroz lo guardan en otros envases que trajeron sus casas; la necesitan limpia porque ahora deben preparar el hiro de zapallo, es que es la única que tienen por ahora, pero eso no las para. Están listas para recibir a un centenar de personas que llegará pronto a llevarse su almuerzo.

Mientras algunas voluntarias cuidan que el fuego no se apague, otros alistan los ingredientes, un techo de esteras sobre 4 palos de madera en medio del patio del local social de la asociación Residente de Pallpata las protege del sol.

Parte del equipo apoya en la olla común desde el año pasado, pero hay quienes recién se integraron hace unos días, sucede que los vecinos eligieron una nueva presidenta para que se haga cargo del programa.

Juana Capera es una de ellas, quien debido a su delicado estado de salud –sufre de la espalda, la cintura, las rodillas además de tener asma y problemas cardiacos- no puede trabajar y para obtener un ingreso vendía gelatinas, que también se vio mermada por la pandemia del nuevo coronavirus.

Es madre soltera de 4 hijos –cuenta entre lágrimas-, pero no pudo acceder los meses anteriores a la cocina popular, según le dijeron el padrón ya se había cerrado; ahora agradece a la nueva presidenta por permitirle ayudar en la preparación del almuerzo y llevar un plato de comida a su hogar.

NUEVO COMIENZO. Tomasa Flores, nueva presidenta, explica hubo algunas diferencias cuando el año pasado formaron la olla común, después de un par de semanas se retiró hasta hace unos días. “Ahora me han nombrado presidenta y en adelante voy a trabajar bien para todas las personas que necesitan”, dice.

Hace más de una década que los residentes de Pallpata poblaron este sector de Cayma, la mayoría de casas son precarias, “vivimos como en el campo, en extrema pobreza”, precisa Flores.

Tomasa tampoco la pasó bien desde que el gobierno dictó la primera cuarentena, es que no solo necesitaba apoyo para ella, sino también para su hermana de 75 años, por lo que como muchas familias debió salir a las calles a caminar para juntar de sol en sol y llevar un pan a la casa. A veces no junta nada de dinero.

NECESIDADES. Elizabeth Coaquira, quien hasta hace unos días era la presidenta de la olla común, también fue golpeada por la cuarentena, ella fue una de los cientos de cobradores que perdieron su empleo desde que en Arequipa se suspendió el servicio de transporte público y a la fecha no lo ha podido recuperar.

También tiene 4 hijos que dependen de ella y para subsistir aquellos largos meses de cuarentena, salía a vender algunos productos, pero le conmovía ver que algunos abuelitos no tenían que comer, los que podían iban a la olla común de 11 de Mayo el almuerzo solo les costaba S/ 1.5. Sin embargo, la necesidad aumentaba, así que, junto a otros vecinos  iniciaron su propia olla común.

“Traíamos arrocito, papita, todo lo que sea necesario. La primera vez empezamos con caldito nomas, trajimos palos como leña”, recuerda.

Primero eran unos 20, después aumentaron un poco más, preparaban 150 raciones o más, ahora (hasta hace una semana –dice- aumentaron a 190 raciones, algunos son vecinos de Milagros.

Elizabeth necesita que la apoyen con equipos para que sus hijos (3 están en primaria y uno en inicial) puedan continuar con sus clases virtuales este 2021.