Ollas de la esperanza: Cayma solidaria

La cuarentena dejó vulnerable a decenas de familias de las asociación Casa Blanca en la zona alta de Cayma



Cayma. Estaba en medio de una nueva etapa en su vida con un pequeño de 2 años y otra criatura que crecía en su vientre que solo dependerían de ella, cuando en un mensaje a la nación, el entonces presidente Martín Vizcarra anunciaba el aislamiento social obligatorio, nadie debía salir de casa.

Yovana Quispe (25) no tenía un trabajo fijo, el año pasado debía culminar su carrera de Gestión Empresarial en la Universidad Nacional de San Agustín (Unsa), así que salió a las calles a vender hierbas hasta que un día la Policía y Serenazgo le dijeron que no podía exponerse, había riesgo de contagiarse y quizás a su bebé también. La llevaron a casa, recuerda.

“Ya no contaba con recursos, solo tenía un tarro de leche y una avena para darle a mi hijo, tenía que tocar puertas, pero no es fácil que alguien te dé la mano”, cuenta. Tampoco pudo continuar con sus estudios, los cuales se empezaron a dictar virtualmente, le era difícil conectarse.


DECISIÓN. En situaciones similares quedaron decenas de familias que viven en la asociación de vivienda Casa Blanca, a unos 40 o 50 minutos de la avenida Ejército, en la parte alta de Cayma. Yovana conversó con el presidente del sector y junto a otras familias decidieron reunirse para ver cómo organizarse.

Entonces tocaron las puertas, algunos tenían arroz, papa, verduras y fueron a los mercados para pedir apoyo. Uno de los socios les prestó un cuarto donde llevaron sus ollas y otros utensilios para preparar un caldo, que alcanzó para al menos 60 personas.

Así nació la olla común, ahora conocida como cocina popular “San Pedro”, varias jóvenes estuvieron los primeros días, ahora son 3 madres las que cocinan por semana.

Solían repartir unas 80 raciones, recuerda, ahora bordean los 40.

Sucede que algunos se fueron a otras zonas porque las porciones no les alcanzaba a toda la familia si tenían 3 o 4 niños en casa, los productos que envía el padre Alex les ayuda bastante, las personas que pueden aportan con 2 soles, con lo que compran verduras u otros insumos.

“Hay como 4 adultos mayores que viven solos, tenemos que darles, un plato de comida no se le puede negar  nadie, ajustamos y les damos, tenemos que hacer alcanzar como sea”, dice Yovana.

Hubo familias que no resistieron  y decidieron regresar a sus lugares de origen, si bien en la cocina popular podían almorzar, muchos no tenían para el desayuno.


NUEVOS. Ahora, con la segunda ola y la nueva cuarentena dispuesta por el Ejecutivo, los comensales están aumentando, otra vez, llegan de asociaciones como Transoceánica y el Mirador de Transoceánica.

Empero eso solo las motiva a seguir luchando, al principio solo cocinaban a leña ahora también tienen una cocina, utilizan ambas herramientas para preparar la comida. La leña la van a buscar a los basurales y cuando no tienen para comprar el gas, las propietarias de las tiendas les donan.

Las madres deben encontrar un nuevo lugar donde instalar la cocina popular porque el vecino que les prestaba su lote –vivía alquilado en otro sector- vendrá pronto a ocuparlo. Hay un local de la directiva, pero les es difícil llegar a algunos vecinos.

Lo que más necesitan ahora son los productos de primera necesidad para garantizar que ningún vecino pase  hambre, también agradecerían si alguien les pudiera donar algunos utensilios.