¡Hay mamita la inversión privada!
Marcelo Rodríguez Rivera
cmarcelorr@gmail.com
Mollendo es un pueblo que se debate entre
la falta de empleo y el pánico que sus habitantes tienen por la empresa
privada, que de cuando en cuando los amenaza con instalar industrias, que a
juicio de los porteños solo buscan acabar con sus prósperas vidas.
Quienes creían que era únicamente fobia al
cobre de la Tía María, deben desengañarse porque también lo es al cemento de la
empresa chilena CBB que asociada con capitales peruanos, pretende instalarse en
Matarani.
Envasar agua de mar, empaquetar muy muy o
estudiar los hábitos de las sirenas son actividades inocuas y loables, pero que
no reportan interés ni ganancia alguna y consecuentemente no dan origen a
fuentes de trabajo.
Toda actividad productiva vital para la
existencia humana genera contaminación, el reto está en realizarla de manera
controlada para que los beneficios superen largamente a los perjuicios y, sobre
todo saquen a los pueblos de la crisis económica.
La cementera planeada dentro de las
instalaciones de Tisur data de 2010 y representa una inversión de nada menos
que 20 millones de dólares que cuenta con licencia municipal y que estaría
lista en la segunda mitad de este año.
Produciría 200 mil toneladas de cemento al
año y no quemará caliza y arcilla para producir clinker, producto que este será
importado ya listo, por lo que la contaminación quedará reducida al mínimo,
pero el Frente de Defensa de Islay tiene amor loco por el desempleo.
En los siglos anteriores Mollendo tenía
puerto, tren, fábricas, empresas importadoras e intenso comercio, además de
numerosas representaciones diplomáticas (consulados), pero hoy solo tiene
Tisur, cebollas y espartambos.
La oportunidad que los mollendinos tienen
para salir de la crisis pandémica y de la pobreza, con dos inversiones
millonarias como la de la minería y el cemento son casi un privilegio que un
grupete de neomarxistas se ha propuesto echar por la borda.
Afectados todos por el chinavirus vemos
cómo el Estado, incapaz, ganso y hasta criminal no puede proveernos de
mascarillas, pruebas moleculares, ni oxígeno y que de no ser por la empresa
privada careceríamos de lo poco que tenemos.
No obstante, los nuevos rojetes
denostan el capital empresarial y plantean hacia él temores mayores que al
coronavirus. Sería interesante saber si los Pepe Julios y los Richard Hitler de
Mollendo preguntan por la procedencia del oxígeno antes de conectarse a los
balones que reparte el proyecto Tía María.