Ángeles del dolor

Infectados con covid siguen falleciendo en sus casas 


Libertad Merma
redaccion@diario-viral.com

Una cuna con un bebé de seis meses adornaba un escenario funesto. El cadáver de su madre, una joven de 27 años de edad, yacía en la cama. Ocurrió en el Cercado, el 7 de enero de 2021. La mujer fue vencida por los severos síntomas de la Covid-19. Este es uno de los 423 casos que atendió el Equipo Humanitario de Recojo de Cadáveres de Arequipa hasta el 12 de enero del año en curso. 

“Esa imagen al entrar a la habitación es un momento que me impactó porque soy padre de dos hijos y no quiero que se queden solos. La madre era viuda. Además del bebé, tenía otro niño de 4 años, ambos quedaban en la orfandad. Vecinos de la joven nos llamaron para recoger su cadáver”, narraba el responsable del equipo humanitario, Gerson Guzmán Collado.

Los casos de recojo de cadáveres en casas o en vía pública continúan en Arequipa. No quedó en los meses más críticos de contagios del nuevo coronavirus (junio, julio y agosto 2020). Del 1 al 12 de enero del presente año, el equipo recogió seis cuerpos en los distritos de Cerro Colorado (2), Hunter (1), Mariano Melgar (1), Cercado (1) y Miraflores (1). De este grupo dos tenían diagnóstico de contagio de Covid, el resto eran sospechosos.

En el 2020, del 2 de abril al 31 de diciembre, recolectaron 417 restos mortales. El equipo fue conformado para recoger cuerpos solo en espacios domiciliarios (casas o alrededores), vías públicas y zonas aledañas a establecimiento de salud (pacientes que llegaron muertos en ambulancias, taxis y otros).

“No intervenimos en hospitales porque su personal  conoce los protocolos. El trabajo en el 2020 fue abrumador y sacrificado. Hubo días como el 17 de julio (2020) que atendimos a 18 casos. Extendimos las labores hasta el día siguiente. No por indiferencia sino es que éramos cuatro profesionales en el equipo para ir todos los distritos”, explicó Guzmán.

SACRIFICIO. El equipo humanitario demora dos horas en recoger un cadáver porque se debe desinfectar el cuerpo y el área total donde fue encontrado. El día tiene 24 horas para atender sin descanso 12 cuerpos. En la etapa más cruda de muertes por Covid. Estos ángeles solidarios apenas se daban tiempo para desinfectarse, todo el día se trasladaban por toda la ciudad.

El equipo a inicios de la pandemia tenía 7 personas: un médico, un técnico, dos operarios y tres personas que recibían las llamadas de la población.

El grupo aumentó en julio a 10, ante el aumento de casos de muertes en calles y casas. 

Actualmente son dos operarios, una técnica en enfermería y el jefe del equipo.

“Fue un trabajo extraordinario, sin relevo de turnos. Atender los cuerpos demoraba dos horas y ¿nuestro traslado? ¿Las discusiones de las familias? Nos gritaban tanto demoran. Pero, si durante el día empezábamos en la Vía 54 de Cerro Colorado para ir a Characato y así a tantos lugares con fácil o difícil acceso”, recordaba.

El grupo de trabajo sale a diario de su base en el sector de Héroes de Cenepa en Alto Selva Alegre. Los profesionales no tuvieron tiempo de ensayar cómo atender a los difuntos. Todo se aprendía en el momento. De frente a la acción.

SIN ERRORES. Cada cuerpo para no ser confundido era rotulado con sus nombres. Guzmán Collado aseguró que no hubo confusiones de cadáveres. Le sirvió tener como experiencia haber trabajado en la Comisión de la Verdad y Reconciliación para identificar difuntos asesinados por el terrorismo.  

“No se puede tolerar un error en la pandemia. Por eso mi equipo fue sensibilizado. Las capacitaciones eran estrictas para tener identificado a cada cuerpo”, narró.

DESCONOCIMIENTO. ¿Por qué fallecían en calles o casas? El principal motivo era la falta de información, la Covid-19 era una novedad para la población. A pesar del aislamiento obligatorio, la multitud se contagió con el virus, no supo diferenciarlo de una gripe u otra enfermedad respiratoria. Los especialistas explicaban que los ciudadanos no eran conscientes que tenían Covid. 

En ese sentido, de los 417 cuerpos atendidos hasta el 12 de enero de este año, el 37 % eran casos con Covid, el 42 % eran sospechosos de tener Covid (por los síntomas) y el 21 % eran fallecimientos por otras causas.

ILEGALIDAD. La población acostumbrada a despedir a sus difuntos, tuvo que ver cómo le “arrebataban” el cuerpo de sus familiares durante el momento más crítico de la pandemia porque el Gobierno negó los sepelios para evitar contagios.

Es por eso que muchas familias sacaban de los hospitales a sus parientes infectados para pedir a profesionales particulares que les emitan certificados de defunción por otras enfermedades y así darles un sepelio. El último caso ocurrió el 12 de enero, la familia de un adulto mayor de 81 años, bajo su responsabilidad, sacó a su ser querido del hospital Honorio Delgado.

“Prefirieron que muriera en su casa para despedirlo, porque temían que no lo volverían a ver. Negaron que era por Covid, pero el paciente ya tenía diagnóstico. He visto otros casos. Los recogíamos de clínicas y con diagnóstico positivo. Pero, el familiar traía un certificado con la firma de un médico que decía que falleció de otro mal y se los llevaban a velarlo. ¿Quién sancionó eso? ¿Cuántos contagios hubo por esa causa?”, enfatizó. 

AL BORDE DE LA MUERTE. Mientras el antropólogo recolectaba los cuerpos, en julio se contagió con Covid. La enfermedad le llegó con síntomas fuertes. Al ser pocos en el equipo decidió seguir apoyando. Desde su domicilio atendía las llamadas de la población que pedía el recojo de su difunto.

“Para mí fue terrible el Covid. No podía subir las gradas al segundo piso. El dolor muscular era terrible. El agotamiento, fatal. El virus te quita las ganas de hacer todo, no tenía hambre, ni sed. Me tuve que separar de mis dos hijos y quedarme con mi esposa (infectada) aislados en casa. Suplicaba a Dios que no me quería morir”, sollozó.

Fueron 20 días de síntomas severos. Incluso pidió a su compañero (adivino) preguntar a las hojas de coca si se curará o no. La respuesta de la cosmovisión andina fue que debía poner de su parte.

El jefe del equipo es antropólogo. Comenzó a trabajar en la Red desde el 2015 para el Área de Salud Mental. Pero, desde abril de 2020, esa labor quedó a un lado porque el mundo fue apresado por una pandemia que sigue matando a millones.