Una luz en las tinieblas

 Dr. Jorge Alberto Calderón Roque

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Alfredo nació en una provincia alejada del Cuzco. Sus padres se dedicaban a cultivar un pequeño terreno que les dejaron sus antepasados. Los ingresos eran tan bajos, que a las justas les alcanzaba para sobrevivir junto a sus 4 hermanos. 

Se convenció que en el lugar no había futuro. A los 17 años armado de valor se trasladó a Arequipa; su intención fue trabajar de lo que sea para ganar algunos soles. Laboró como vigilante, cargaba bultos, fue mozo, hacía mandados y todo trabajo honrado. Siempre tuvo fe. A pesar de sufrimiento por todas las barreras que encontró, en su mente escribió: “Seré fuerte y saldré de esta postración”. En un pasaje de su vida, una persona que al ver cómo se esforzaba por superarse, lo llevó a laborar vendiendo artefactos para gimnasio.

Fue tenaz en su trabajo y le fue bien. Con un poco más de dinero en el bolsillo, alquiló un cuarto (antes vivía con un grupo de “amigos”). Los golpes de la vida, lo hizo pensar y decidió estudiar. Siempre tuvo la ilusión de construir y arreglar motores. Estudió y logró ingresar a un instituto superior de prestigio. Desde esa fecha, han pasado dos años; Alfredo terminó la carrera técnica y fue calificado como uno de los mejores estudiantes. 

  Aún recuerda que mientras otros jóvenes, festejaban el Día de la Juventud, la Navidad, el Año Nuevo, se iban a discotecas o con amigos, él tenía que trabajar. Sabía que en las fiestas podía ganar unos soles más, esos que necesitaba para pagar su pensión el costo de su cuarto y alimentarse.

Cuando podía acudía a la Iglesia católica para renovar su fe. Decía que el sermón del padre siempre lo ayudaba a tomar fuerza y enfrentar los retos que le ponía la vida. 

Ahora Alfredo con 22 años trabaja en su profesión, gana mejor. Lo primero que hizo, fue traer a su hermano para darle la oportunidad de estudiar. Prometió que cuando termine la pandemia, llevará a toda su familia a las playas de Mollendo. “Quiero que conozcan el mar. Quiero pisar la arena; nunca estuvimos en la playa”.

Alfredo decidió dejar las tinieblas y se convirtió en la luz de su familia; así como es la Navidad donde la Luz del niño Dios, puede nacer para todos nosotros. 

Un homenaje a tantos jóvenes que se trasladan solos de sus provincias, sin más recursos que su voluntad y que luchan, se esfuerzan y se convierten en excelentes profesionales.