Reflexiones en voz alta


Mg. Ana Guillén Pérez
jcraap@gmail.com

Hoy es Nochebuena y celebramos el nacimiento de Jesús. Cumpliendo con nuestras tradiciones haremos nacer a ese niño que nos da esperanza de un mundo mejor, pero, alguna vez nos hemos preguntado ¿Dónde él quiere nacer?

¿Deseará hacerlo en el hogar de algún congresista de la República en donde no faltará el pavo, los regalos y el champán más caro del mercado, posiblemente entregado por una gran empresa que opera en el país como parte de pago por haber postergado una ley que permita dignificar el sueldo de un trabajador agrario que solo percibe 31 soles por día?

¿Quiere Jesús nacer en la casa de algún candidato a la Presidencia de la República, Congreso o Parlamento Andino, quien conoce lo fácil que resulta influenciar a los pobres, siendo la Navidad propicia para hacer campaña electoral y ganar un voto a cambio de una taza de chocolate, panetón y juguetes para los niños?

¿Tal vez quiere nacer en un lujoso departamento donde vive un alto funcionario del Estado que tiene el privilegio de recibir más de cuarenta mil soles de gratificación para disfrutar de la Navidad sin importarle que un maestro, una enfermera u otro trabajador también del Estado deba de contentarse con trecientos nuevos soles, porque ellos son muchos y la plata no alcanza para todos?

¿Es su deseo nacer en la vivienda de algún alcalde o regidor, de un gobernador regional o consejero, que tendrá un banquete navideño producto de las ganancias del “diezmo” de una obra o los ingresos de una empresa proveedora de los municipios y gobiernos regionales donde su esposa u otro familiar es dueño o accionista?

¿Quién sabe quiera nacer en una lujosa casa de playa o campo de algún empresario dueño de grandes corporaciones compuesta de bancos que cobran interés que generan más del 100% de ganancia, de farmacias que venden un medicamento que cuesta producirlo 0.04 céntimos de sol y que lo venden a 1 sol porque lleva su marca, de universidades y/o colegios que reciben la ayuda del gobierno para no despedir su personal y lo hacen para no disminuir su rentabilidad?

Estoy segura que Jesús nacerá en los corazones de la gente más pobre pero solidaria, que comparte lo poco que tiene, que no necesita hacer “obra social” para ocultar una lúgubre alma gobernada por el dinero y la avaricia, incapaz de reconocerse como ser humano.