Del hacha y tronco a una cortadora

Juan Carlos Silva y su esposa trabajan vendiendo carne y siguen la tradición desde hace 2 generaciones



Recuerda con nostalgia y algunas lágrimas cuando todavía se utilizaba un hacha, un tronco y un cuchillo para poder filetear un pedazo de carne. De los tres instrumentos mencionados, ahora solo queda el cuchillo, mientras que el tronco y el hacha quedaron en el olvido.

Ubicado en los puestos 71 y 72 de la sección carnes del siempre querido mercado San Camilo, don Juan Carlos Silva Chávez y doña Abigail Escalante Curie venden exclusivamente carne de res a sus fieles clientes que vienen a buscarlos, incluso desde Lima.

La pandemia los obligó a reinventarse y modernizarse más aún para no perder clientes y seguir con el negocio que proviene desde la abuelita de don Juan Carlos.

¿Cómo empezó con este negocio? Bueno, en realidad este negocio lo inició mi abuelita Nicolasa Cruz viuda de Chávez. Ella lo debe haber tenido unos 70 años, posteriormente pasa a mi mamá, doña Filomena Chávez Cruz y ahora yo lo continúo con mi esposa.

¿Ayudaba usted a su mamá en el negocio? Claro, desde muy joven, más o menos a los 16 años siempre venía con mi mamá y ayudaba a cortar carne, filetear, empaquetar, entre otras cosas. Aprendí el negocio rápido y ahora yo mismo me encargo de sacarlo adelante.

¿Cambió mucho el mercado San Camilo? Totalmente. Este mercado cambió a comparación de como era antes. Para empezar no tenía este piso y las mesas eran de mármol, se modernizó completamente el mercado.

¿Solo vende carne de res? Sí, exclusivamente carne de res, así también vendían mi mamá y mi abuelita.

¿Cambió la forma en que se vendía la carne? Sí. Los cortes ya no son los mismos. Antes se daba con hueso, ahora la gente no quiere el hueso y piden osobuco, pecho, lomo, entre otras cosas.

¿La innovación le costó a usted? Tuve que hacerlo, antes teníamos que cortar la carne con hacha, el tronco y el cuchillo, ahora la cortadora hace el trabajo de prácticamente los tres, solo utilizamos el cuchillo.

¿Qué le ha dejado este negocio? Hemos conseguido adquirir máquinas para el negocio, en lo personal nos ayudó a progresar y también para darle una buena calidad de vida a mis hijos, además de sus estudios profesionales.

¿Se redujo la cantidad de clientes desde cuando usted ayudaba a su mamá? Totalmente. Más o menos en 1982 mi mamá en el mercado San Camilo era la única, madrugábamos para vender la carne, pero luego apareció el Avelino y eso influyó mucho para perder clientes. Sin embargo, el mercado San Camilo sigue teniendo sus fieles clientes.

¿Usted tiene clientes que lo buscan siempre? Por supuesto. Con el pasar de los años hemos ganado clientela fiel que hasta ahora viene a buscarnos. Incluso hay unos 10 clientes que nos llaman o escriben por WhatsApp para pedirnos que les alistemos carne y se lo lleven a Lima. Ellos vienen a la pasada y nosotros les alistamos su paquete con perejil y papel de bolsa de azúcar y se lo llevan en avión.

¿Valor de cuánto les vende a sus clientes de Lima? Antes les vendíamos más, ahora solo llevan valor de 100 soles en carne.

¿El pago electrónico también le costó aprenderlo? Sí, pero tuvimos que hacerlo. Tenemos pedidos por WhatsApp y llamadas, además del pago con Yape. Hay muchas cosas que tuvimos que cambiar por la pandemia.

¿Le gustaría que sus hijos continúen la tradición con el negocio familiar? Yo lo heredé de mi mamá y me da mucha nostalgia (llora) mi mamá con este negocio nos dio de comer y aún la recuerdo. Mis hijos están estudiando sus carreras profesionales, pero si quieren tomar el negocio bienvenido, este puede ser su soporte.

¿Sus hijos conocen del negocio? Sí, ellos saben cortar y filetear. Nos ayudan y puede que ellos hereden este negocio también.

¿Qué les diría a las personas que se niegan a innovarse? Le diría que no hay que dejarse vencer por el continuismo, hay que ser perseverantes para que tengan mejores satisfacciones.